lunes, 28 de abril de 2014

Pregunta poderosa: ¿Qué pasaría si cambias tu perspectiva?


Continuando con la serie de preguntas poderosas que iniciamos en el blog pasado, quiero animarle a continuar haciéndose preguntas poderosas, que le ayudaran a producir los cambios que usted desea en su vida.

La siguiente pregunta que quisiera plantearle es: ¿Qué pasaría si usted cambia la perspectiva que tiene de las cosas, de la situación que está viviendo, de la persona o el equipo con el que trabaja actualmente?

Piense un momento sobre esta pregunta y analice lo siguiente: ¿Cuál es mi perspectiva actual? ¿Por qué tengo esa perspectiva? ¿Qué causo que tenga esa perspectiva? ¿Es justificada? ¿Qué tanto afectaría mi vida y mis acciones si cambio mi perspectiva?

La manera en que pensamos sobre ciertas cosas, es la manera en que actuaremos con respecto a ellas. Si mi perspectiva de una situación es negativa, los resultados de mi actuar me llevaran a que estos sean negativos. Cuando yo tengo metido en mi cabeza que lo que estoy haciendo no es bueno o no sirve para nada, actuare de tal manera, que al final eso será lo que obtendré: nada.

La perspectiva que tenemos de las cosas, influye en nuestra manera de pensar sobre las cosas. Si yo tengo una visión negativa de las cosas, mi mente se llenara de todos los argumentos posibles para sustentar mi tesis y perspectiva negativa. Entonces, no solo pensare negativamente, sino que al actuar, todas mis acciones serán (consciente o inconscientemente) actos que producirán resultados negativos, reforzando así mi punto de vista negativo. Es cuando decimos: “Si ve, ¡yo sabía que las cosas iban a resultar así!” ¿Realmente lo sabíamos? ¿Qué tan seguros podíamos estar realmente? ¿Teníamos las pruebas contundentes de ello? Usted de pronto dirá: “No, no; no es que realmente lo supiera… sencillamente tenía el sentir de que no funcionaria.” ¿Y de dónde cree usted que vino ese sentir, si usted no contaba con pruebas contundentes?

¿Se da usted cuenta? Nosotros influenciamos con nuestros pensamientos las acciones que buscamos realizar. Si desde un comienzo la perspectiva que tenemos de las cosas es negativa, entonces desarrollamos un prejuicio, que bloquea nuestra capacidad creativa. En cambio, cuando asumimos una perspectiva diferente  e incluso positiva de las cosas, abrimos nuestra mente a la creatividad y somos más flexibles. Así, aun si surgen dificultades en el camino (y las habrá), buscaremos soluciones más fácil.

Cambiar nuestra perspectiva no solo nos ayuda a ser más positivos y flexibles, también nos ayuda a entender mejor a otros. Cuando en las relaciones especialmente, tenemos una perspectiva única y fija de alguien, tendemos indirectamente a prejuzgar a la persona y definir como es, sin siquiera conocerla completamente. Eso bloquea nuestra capacidad de relacionarnos y reduce nuestra inteligencia emocional. Al darnos la posibilidad de ver a las personas desde diferentes perspectivas y contextos, estamos ampliando nuestros conocimientos de ellas y con ello la capacidad de poder colocarnos en los zapatos de otro y entender mejor a los demás. Esto es especialmente útil cuando se trata de diferentes trasfondos culturales.

Cambiar nuestra perspectiva de las cosas…

  • …nos libera para intentar cosas que antes no habíamos siquiera considerado, pues abrimos nuestra mente para explorar otras oportunidades y formas de asumir la situación.
  • …fomenta nuestra creatividad y flexibilidad, porque nos muestra que si tenemos varias opciones y caminos para llegar al mismo punto.
  • …desarrolla nuestra inteligencia emocional, porque aprendemos a ver a los demás de otra manera y a relacionarnos mejor con ellos.
  • …amplia nuestra visión sobre los demás y las culturas, porque empezamos a entender porque los demás actúan y son como los vemos.
  • …nos saca del bloqueo y los callejones sin salida en los que nos encontrábamos, porque vemos un cuadro más amplio que el que teníamos inicialmente frente a nosotros.
  • …elimina los altos niveles de estrés, que la perspectiva inicial nos causaba, porque como nos damos cuenta que contamos con más posibilidades de las que pensábamos, sabemos que de alguna manera, las cosas si se pueden cambiar, y eso nos dará descanso.

Como ve, cambiar nuestra perspectiva puede ser muy útil cuando se desea avanzar. Así que le animo a tomarse un tiempo para pensar sobre esta pregunta poderosa mientras analiza la situación que quiere cambiar: ¿Qué pasara si cambio mi perspectiva?

martes, 15 de abril de 2014

Serie: Preguntas poderosas de Coaching

En esta ocasión quiero iniciar con una serie, en la cual analizaremos y trabajaremos varias de las preguntas de Coaching que pueden cambiar su vida. Precisamente es en las preguntas y la escucha del coach que radica el poder transformador del coaching. La razón de porque muchas veces no logramos los cambios que deseamos, sencillamente se debe a que no nos hemos hecho las preguntas correctas al respecto. Con esta serie espero ayudarle a hacerse varias preguntas claves para el desarrollo de su vida y empresa, que a su vez le sirvan para generar los cambios que tanto desea para estas áreas.

La primera pregunta que quisiera plantearle es: ¿Cómo sería tu vida si fuera exactamente de la manera que la has soñado?

Tómese un momento para pensar sobre esta pregunta. ¿Qué sueños ha tenido siempre sobre como sería su vida? ¿Dónde estaría? ¿Qué estaría haciendo? ¿Con quién? ¿Cómo sería esa vida de ensueño? No se preocupe si ese sueño parece lejano o imposible. No se deje frenar por eso. Sencillamente permítase el momento de imaginar cómo sería esa vida que siempre ha querido.

Sabe, nuestros sueños no son locura; son parte de nuestra expresión de creatividad. Son el mundo ideal que creamos para nosotros y nuestras familias, son una meta a alcanzar. Los sueños no son malos, lo malo es morir y no haberlos alcanzado.

Déjeme hacerle ahora otra pregunta: ¿Qué le detiene de lograr tener esa vida? ¿Por qué no ha podido hacerla realidad? ¿Cuáles son sus temores o bloqueos? ¿Realmente son fundamentados o están más bien en su mente?

Muchas personas se pasan la vida soñando con la vida que quisieran tener, pero muy pocas hacen algo al respecto. La mayoría de ellas prefieren irse por lo seguro y no arriesgar demasiado, excepto sus propios sueños. Y es que así fuimos educados: “Hijo/a, estudia duro para que puedas tener una buena carrera y un buen trabajo, y puedas vivir seguro/a y tener todo lo que quieras.” Y la mayoría de nosotros nos pasamos la vida estudiando y trabajando y soñando con la vida que quisiéramos tener, pero mientras más pasa el tiempo, más parece que esa meta se aleja en vez de acercarse. Los años pasan, nos hacemos más viejos, nos casamos, tenemos hijos, y de pronto nos damos cuenta que terminamos atrapados en rutinas y actividades que no nos llevan a nuestros sueños, que solo aparentan estar llevándonos a ellos. Nuestro tiempo se va en atender todas las necesidades inmediatas e imprevistas, y cuando menos pensamos, nuestro sueño se ve más lejos que al principio. Nos consolamos diciéndonos que cuando se hayan ido los hijos y nos hayamos jubilado, entonces cumpliremos nuestros sueños. Y cuando llegamos a la vejez, nos damos cuenta que todo por lo cual trabajamos y luchamos toda la vida, sigue todavía muy lejos, o ya no es posible lograrlo, pues nuestra salud y nuestras energías ya no dan para ello. Y al final nos vamos a la tumba con un sueño entre el bolsillo y habiendo educado a la generación siguiente a caer en la misma trampa.

No estoy queriendo decir con esto, que tener ciertas seguridades y rutinas sea malo. Lo malo es cuando nuestra vida se limita a ello y terminamos aplazando nuestros sueños una y otra vez, hasta que ya no es posible cumplirlos. Si tienes un sueño, trabaja en él. No lo dejes morir ni lo aplaces. Pregúntate de que maneras podrías ir trabajando en tu sueño. ¿Qué podrías ir haciendo ahora para ver ese sueño cumplirse? Piensa en que es como cuando aprendemos a caminar, tenemos que dar el primer paso y después el resto va saliendo uno por uno, hasta que de tanto intentar y practicar, terminamos no solo caminando, sino corriendo veloces hacia nuestras metas y sueños.

¿Y cuál es el primer paso? El primer paso es cambiar tu manera de ver las cosas. Si respondiste a las preguntas al principio, sobre qué es lo que te detiene, tal vez descubriste que hay pensamientos y cosas que creíste de ti y de tus circunstancias que no necesariamente son verdaderas, o que crees que son verdaderas. Analiza esas ideas y pregúntate: ¿Qué es lo que hace que esto me detenga? ¿Es un temor? ¿Es una idea falsa que tengo? Y, ¿hasta qué punto es cierta esa creencia o temor que tengo? Mira por un momento las cosas desde otra perspectiva y preguntante: Si no tuviera en cuenta lo que me bloquea, ¿qué podría ir haciendo para alcanzar mi sueño? Después de meditar un rato el respecto, tomate un tiempo para las siguientes acciones:

  1. Escribe todas las ideas que vengan a tu mente al respecto y define con ellas metas a corto, mediano y largo plazo, que puedas separar después en pasos.
  2. Separa tu sueño en pequeños pasos que sean realizables y define cual será el primer paso hacia tu sueño.
  3. Ahora, ponle una fecha y hora a ese paso para empezar a andar.
  4. Y por último… lánzate y da el primer paso, y veras que de acá en adelante será mucho más sencillo seguir dando pasos.

Tu sueño no se hará realidad con el primer paso, pero después de estar caminando un tiempo en esa dirección, notaras que cada vez estarás más cerca de alcanzar tu meta, hasta que un día no muy lejano, te encuentres con que ya estás viviendo tu sueño. Y cuando llegues allá, solo te queda una cosa por hacer: celebra y disfruta que lograste lo que soñabas. Ahora puedes dedicarte a soñar nuevos sueños.

miércoles, 2 de abril de 2014

Choque de Reingreso


Usted y su familia han podido disfrutar de un valioso tiempo como expatriados en una cultura bien diferente a la suya. Sus hijos y usted han logrado adaptarse en gran medida al nuevo lugar y sus condiciones y casi que podrían imaginarse permanecer un tiempo más allí. Sin embargo, su tiempo de contrato allí ha terminado y el momento del regreso a la patria se avecina. Nuevos retos, temores y dudas le asaltan. El ciclo está por terminar.

De seguro están emocionados con el regreso a lo que tanto extrañaron: su patria. A primera vista este proceso de reingreso a la patria no suena complicado ni problemático, sin embargo, tanto adultos como menores suelen tener un tiempo complejo adaptándose de vuelta a la patria. Para los menores puede incluso ser duro dejar ese país al que ya se adaptaron, en el cual formaron amistades, para tener que regresar a un país que ya casi no recuerdan.

El estrés que genera el reingreso muchas veces se debe a factores similares a los que se vivieron al salir de la patria para ir a vivir al exterior, al comienzo de la experiencia como expatriado: el dolor de tener que dejar (otra vez) un mundo al que han llegado a acostumbrarse y amar, la incomodidad de tener que hacer otra vez un cambio y adaptación cultural (así sea en la propia patria) y el temor y la expectativa sobre si se lograra volver a conectar a la patria, sabiendo que tanto nosotros como quienes se quedaron allá, han cambiado.

Sin embargo hay algunos puntos a considerar al reingreso que no siempre son obvios, pero que generan estrés tanto en los que regresan de la experiencia exterior como en los que han permanecido en la patria y ahora se alegran con el regreso, y tiene que ver con las expectativas que cada uno tiene del otro, las cuales suelen ser diferentes y a veces falsas. Esto especialmente afecta a nuestros hijos. Para entender lo que sucede es importante explicar a través del siguiente paso lo que sucede con un expatriado y con un menor criado entre culturas (TCK).

Espejo
Se ve igual y piensa igual
Extranjero
Se ve diferente y piensa diferente
Adoptado
Se ve diferente, pero piensa igual
Inmigrante Secreto
Se ve igual, pero piensa diferente

 
Aquí vemos cuatro tipos de situaciones por las que puede pasar un menor o una persona que ha estado en una experiencia de expatriado: El espejo es la situación que se vive en la patria en la que nacimos y crecimos, dentro de nuestra misma “raza”, antes de salir a una experiencia como expatriados. Los conflictos son mínimos, pues sabemos qué hacer y cómo comportarnos dentro de  la cultura y además nadie nos ve ni nos percibe diferentes. Si dentro de esa cultura conocemos a un extranjero que se ha criado con nosotros, el será percibido como un adoptado. Aunque piensa igual, maneja el idioma y sabe cómo comportarse en dicha cultura, no se ve, ni es percibido como parte de la misma cultura. Ahora, cuando emprendemos nuestro viaje a otro país, especialmente a una cultura muy diferente a la nuestra, y vivimos allá por un tiempo como expatriado, seremos percibidos por los locales como el extranjero, pues nos vemos completamente diferentes a ellos y además pensamos diferente. Dependiendo del lugar, esto generara simpatía en los locales y nos querrán ayudar en todo, o generara curiosidad y trataran de observarnos y copiarnos todo el tiempo, o generara rechazo y entonces buscaran aprovecharse de nosotros o lastimarnos. En la medida en que aprendemos el idioma se lograra una mejor comunicación y comprensión de la cultura, pero nunca llegaremos a ser como los locales. Estos tres tipos son bien claros y permiten que los manejemos de una manera más fácil, pues sabemos exactamente en qué condiciones nos encontramos en cada cultura. Lo difícil es cuando hemos crecido o vivido mucho tiempo en una cultura diferente a la nuestra y después regresamos a nuestra patria de origen. Allí es que encontramos al inmigrante secreto. Este personaje se ve igual a los de la cultura local, hasta maneja el idioma, pero por alguna extraña razón no sabe comportarse como debe ser, ni es comprendido por los demás. La reacción de las personas que no conocen como manejar estas situaciones es finalmente de rechazo. El pensamiento es: “Pero si él/ella es de acá… ¡debería saber cómo funciona todo acá!”

Tanto el expatriado como las personas en su patria deben prepararse para esta situación y eliminar las falsas expectativas que se generan. Es importante para ambos entender que durante el tiempo que estuvieron separados, cada cultura siguió formando a cada uno de manera diferente, y que al reencuentro las cosas no serán igual, sino diferentes; no por ello malas, solo diferentes. Para esto deben prepararse todos: las familias, la empresa, los amigos, el colegio.

Otro punto que genera estrés son los falsos temores que surgen no solo de las falsas expectativas, sino también de haber vivido mucho tiempo en el exterior. Uno de esos temores es el hecho de que si nos gusta vivir en esa nueva patria, sintamos que estamos siéndole infieles a nuestra patria original. O si me identifico más con el país donde vivo que el país de mis padres, ¿será que perderé mi identidad real? Todos estos temores son normales y generan muchas veces dificultades para dormir, ansiedad, irritabilidad, dolor y tristeza por el lugar que dejamos, depresión y más.

Para evitar morir en el intento del reingreso, cada persona tiene reacciones comunes diferentes ante el estrés de reingreso, para evitar ser vistos como diferentes y ser aceptados rápidamente en la cultura: algunos se convierten en camaleones, mostrando que son como los demás y evitando a toda costa hablar de sus experiencias en el exterior. Básicamente pueden negar completamente una parte de sí mismos con tal de no ser rechazados. Otros se ponen de mal genio, se vuelven impacientes y juzgan constantemente, especialmente a la propia cultura. Otros simplemente se retraen, buscan permanecer solos y no participan en actividades. Y otros más se vuelcan de lleno a sus hobbies y dones, sin que nadie se dé cuenta que todos esos éxitos y felicitaciones que reciben son una manera de manejar el estrés de ser diferente dentro de su propia cultura.

¿Cómo podemos ayudarnos en este proceso de reingreso?
  • Entienda que sus reacciones son normales y que no tiene que avergonzarse por ellas; pero no las convierta en excusa.
  • Hable con otros (especialmente otros que han vivido la misma experiencia) y comparta sus sentimientos y emociones con respecto a lo que está viviendo al transicional.
  • Haga un esfuerzo por entender y comprender lo que han vivido los demás mientras usted estuvo ausente.
  • Tenga mentores que puedan ayudarle en el proceso de reingreso.
  • Dese la posibilidad de visitar pronto y de nuevo el país en donde tuvo su experiencia como expatriado.
  • Padres: no olviden que ustedes son clave para ayudarle a sus hijos en que ellos puedan “sobrevivir” el proceso de reingreso. Ellos les van a necesitar más que nunca durante este proceso, especialmente su comprensión, paciencia y amor.
¿Cómo pueden las organizaciones ayudar durante todo el proceso?
  • Asegúrese de no solo enviar a las personas a otro lugar, sino también de que estos cuenten con apoyo y capacitaciones para el reingreso al país de origen.
  • Tenga un programa de capacitación y preparación para el inicio de la experiencia, que no solo sea ofrecido en el lugar de origen, sino también en el lugar de destino.
  • Tenga un equipo de entrada o un mentor designado para recibir a quienes llegan nuevos.
  • Tenga lista una carpeta con material necesario para la adaptación cultural y el poder moverse fácilmente en el sitio. Incluya todas las informaciones relevantes en cuanto a vivienda, colegio, etc.
  • Tenga una política flexible de salida. En vez de “obligar” al empleado a permanecer 3 años en un lugar, dele la posibilidad de decidir si quiere salir antes o permanecer más tiempo, y ofrézcales la oportunidad de viajar de vez en cuando a su patria.
  • Si la familia está separada, organice regularmente opciones de reencontrarse en las vacaciones.
  • Apoye y patrocine el trabajo de las comunidades de expatriados para ofrecer más opciones de integración y apoyo.
  • Ayude a sus empleados y sus familias a prepararse para el reingreso. Ofrezca seminarios y coaching antes, durante y después del regreso a la patria.